domingo, 27 de junio de 2010

Esto le decía el cuerpo al alma, de Alma.

Mientras espero que te calles, mi imagen se refleja en el espejo. Me miro en él y no soy yo la que desespera, yo estoy tranquila. Tus gritos pasan a ser ruidos que suben y bajan de intensidad. Saltan de agudos alaridos a graves suplicas de amor. ¿Me pides limosna, a mí? Jamás te daré lo que pides. Ni sabes con quien estás. Ni se quien eres, ni porque estamos donde estamos. Quiero salir corriendo y las piernas no responden a mis deseos. La acción que surge una y otra vez de mi es la de quedarse, auque me vaya, me quedo. Siempre estarás conmigo y yo contigo, siempre juntos.

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