miércoles, 2 de noviembre de 2011

se me ocurrió a las 4 de la mañana

¿Y, que te dijo?

¡Que no, me dijo que no!

Y justo ahí, se me cayó el mundo encima, todo el mundo se me vino sobre mis espaldas. Y así, con el mundo sobre mis hombros comencé a caminar a casa…

¿Sabés de qué mundo te hablo, no? Del mundo que todos tenemos, del principal mundo, del primer mundo que conocemos…de papá, mamá, de los abuelos, de mis hermanos, mi mundo, todo mi mundo sobre mi…

Pesadísimos se me hicieron cada uno de los pasos que daba, hasta que de repente lo vi, lo vi ahí, estaba divino, un árbol inmenso y pensé:

Podría dejar mi mundo ahí un rato, nadie se dará cuenta de que lo solté.

Además el árbol daba una sombra maravillosa y entonces lo bajé de mis hombros, lo pasé a mis manos y con mucho cuidado lo dejé ahí…

Uf dios, que liviana me sentí, empecé a correr y a reír sin parar. Lo mas maravilloso darme cuenta que puedo soltar cuando quiero a ese mundo (mi mundo) para irme a conocer otros mundos y volver a él cuando lo necesito…

Por lo cual le agradezco una y mil veces a que me haya dicho que no, sin ese no que primero me pareció devastador , sin ese no…no hubiera experimentado el poder soltar una y mil veces a mi mundo…aprendí mucho y así liviana…volví a él y cuando abrió la puerta lo abracé fuerte. Pareció entender todo porque me abrazó y se largó a llorar y así ambos sin decir nada nos despedimos con una sonrisa de plena felicidad sabiendo que cuando yo lo necesitara podía volver a mi pasado para abrazarlo y seguir aprendiendo para vivir mí hoy más plenamente y armarme un futuro más lindo y liviano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario